Al desplazar las manos para seguir el recorrido de lo que se mueve, de lo que cambia y se transforma, sientes todavía mejor lo que te cuenta tu cuerpo. Como tu cuerpo se siente escuchado, no necesita hablar durante largo tiempo. En ocasiones, tal vez sientas algo muy fuerte: no debes inquietarte ni detenerte. Deja que ocurra, aunque sea desagradable. Verás que desaparecerá por sí mismo rápidamente. Y vale la pena, porque se va para siempre.